A propósito del próximo estreno
de 50 Shades Grey este 14 de Febrero y la locura mediática debido a su
agobiante promoción de la que hemos sido víctimas el último mes, creo que vale
la pena continuar con el post 50 shades
of grey || ¿Qué están leyendo las mujeres en el siglo XXI? Y en esta segunda
parte me centraré únicamente en Anastasia Steele.

A lo largo de la historia el
placer femenino siempre ha sido un tabú y tristemente lo anterior ha
desencadenado que el “honor” esté íntimamente vinculado con la sexualidad de la
mujer, es decir, ejercer tu sexualidad libremente con quien te plazca,
inmediatamente te hace un p*ta, zorra, fácil, etc.
Si retrocedemos a la literatura
del siglo XIX encontramos a las grandes femme
fatales como Carmen, Madame Bovary y Ana Karenina, personajes femeninos que
transgredieron el orden social establecido de aquella sociedad burguesa
decimonónica y patriarcal. Hay que
recordar que a grandes rasgos, el discurso hegemónico durante el XIX que se
impuso para establecer los roles de género fue el siguiente: al hombre le
correspondía el ámbito público, era un ser social y se le atribuyen otras características
como la fuerza, poder, jerarquía; la
mujer por el contrario pertenecía al ámbito privado, debía permanecer al
cuidado del hogar por lo que se le atribuyen la debilidad, subordinación, sumisión. Por esta razón, las protagonistas antes mencionadas
se convirtieron en las llamadas mujeres fatales porque desmitificaron la imagen
de la mujer angelical y virtuosa.

Ahora bien, Anastasia Steele se
ha convertido en la gran heroína de los últimos tiempos por su supuesto empoderamiento y “poder femenino”. Considero esto un grave error y hasta cierto
punto preocupante ya que E.L James utiliza
el masoquismo femenino —disfrazado pobremente de BDSM— como descubrimiento
erótico que marca el inicio de una vida sexual que luce bastante atractiva y
prometedora para la virgen protagonista. A primera instancia, me parece que Ana
es reducida a un objeto sexual, pero antes de continuar con este aspecto vamos
a recordar como es el tal Christian y porque todas se vuelven locas por él. Pues
bien, el señorito Grey ejerce el rol dominante en la relación: es el soltero
multimillonario más codiciado de toda la ciudad, dueño de su propia empresa,
además de guapo y popular:
“Ningún hombre me había impactado como Christian
Grey, y no entiendo por qué. ¿Porque es guapo? ¿Educado? ¿Rico? ¿Poderoso? No
entiendo mi reacción irracional.” (James 2011, 19)

Sin embargo, el príncipe azul
contemporáneo encabeza un enigma. Nadie sabe
sobre su vida privada y esto es porque mantiene relaciones
sadomasoquistas con mujeres a las que contrata específicamente para esa
función. Estas relaciones son a base de contratos confidenciales que quedan
registrados, lo cual lo hace una “situación seria”, por lo tanto, la imagen del
perfecto Christian Grey se mantiene intacta ante los ojos de la sociedad. Este
impacto del “hombre perfecto” presenta una serie de conflictos para Ana, ella
misma es la que se somete a una relación dominante que desencadena diversas
inseguridades que la exponen y la hacen sentirse inferior.
Ana tiene esa tendencia de
reducirse a través de comparaciones, ella misma se configura como una persona
tímida e insegura, por esto siempre se restringe a ciertas actitudes y
comentarios que la minimizan:
“Kate siempre se las arregla para
cazar hombres. Es irresistible, guapa, sexy, divertida, atrevida… Todo lo contrario
que yo.” (James 2011, 85)
“Toda mi vida he sido muy insegura. Soy
demasiado pálida, demasiado delgada, demasiado desaliñada, torpe y tantos otros
defectos más […]” (James 2011, 53)
“Me ruborizo de alegría.
Christian Grey me considera guapa. Entrelazo los dedos y los miro fijamente
intentando disimular mi estúpida sonrisa. Quizá es miope.” (James 2011, 109).
Cuando Christian se reúne con
Anastasia para exponer la relación que él desea tener con ella hay una serie de
situaciones en las que se evidencia el poder del rol masculino, situación en
que la protagonista, a pesar de su vacilación, termina por aceptar:
CG: —Bueno, aparte del acuerdo de
confidencialidad, habrá un contrato que especifique lo que haremos y lo que no
haremos. Tengo que saber cuáles son tus límites, y tú tienes que saber cuáles
son los míos. Se trata de un consenso, Anastasia.
AS: —¿Y si no quiero?
CG: —Perfecto —me contesta
prudentemente.
AS: —Pero ¿no tendremos la más
mínima relación? —le pregunto.
CG:―No.
AS:—¿Por qué?
CG:—Es el único tipo de relación
que me interesa.
AS:—¿Por qué?
Se encoge de hombros. —Soy así.”
(James 2011, 103)

Las normas del contrato que debe
firmar Anastasia constan de reglas estrictas que debe acatar al pie de la
letra. Este reglamento incluye cuestiones como las horas que debe dormir al
día, los días y el tiempo necesario que debe ejercitarse con un entrenador
personal para tener una buena condición física, la ropa que debe vestir (la
cual tiene que ser aprobada por Christian),
y por supuesto, la aceptación de que el “amo” tiene el poder absoluto
sobre su cuerpo, presento las más “relevantes”:
1) La Sumisa garantizará que duerme como mínimo siete horas
diarias cuando no esté con el Amo.
2) El Amo proporcionará a la Sumisa un entrenador personal
cuatro veces por semana, en sesiones de una hora, a horas convenidas por el
entrenador personal y la Sumisa. El entrenador personal informará al Amo de los
avances de la Sumisa.
3) Durante la vigencia del contrato, la Sumisa solo llevará
ropa que el Amo haya aprobado.
4) La Sumisa obedecerá inmediatamente todas las
instrucciones del Amo, sin dudar, sin reservas y de forma expeditiva. La Sumisa
aceptará toda actividad sexual que el Amo considere oportuna y placentera […]
Lo hará con entusiasmo y sin dudar. (James 2011, 106)
¿Estamos hablando de una relación
“consensuada” de amo-sumiso o de que Ana es la esclava de Grey? Porque aún no
le entiendo la onda al tipo. Explíquenme.
A partir de estas normas, pareciera
que hemos retrocedido dos siglos atrás, regresando a la ideología decimonónica
masculina en donde a la mujer se le reduce a un objeto sexual, como productora
de placer, encerrada en una especie de esfera, aislada en un cautiverio
femenino en el que no tiene derecho de alzar la voz, en resumen, la mujer está
dedica a SU hombre. No debemos pasar por alto, el constante acoso de Grey hacia
Ana por medio de una (considero) abusiva y extrema preocupación, le llama al blackberry (SI, ES MILLONARIO Y LE REGALA UN BLACKBERRY) constantes veces al día, le compra un auto nuevo, le envía miles
de mails, le impone a un tipo que la vigile 24/7 por su “seguridad” porque tal
parece que Ana es bastante torpe y no sabe cuidarse de nada ni nadie, incluso le dice que por favor deje de trabajar, si ya tienen todo lo que quieren y ella no necesita de su salario. Pero lo más ridículo de todo es cuando Ana comienza a trabajar de asistente en una editorial y es acosada por su jefe, al enterarse de esto Christian pierde la cabeza y c o m p r a la empresa para tener bajo vigilancia al jefe de su ahora novia formal.
Este es
el imaginario de “mujer ideal” que se construye a través de Anastasia Steele:
una joven estudiante que conoce a un hombre poderoso y en cuestión de días, se
vuelve su centro de atención, abandonando sus ideales y el derecho que tiene
sobre su propio cuerpo, con el único objetivo de satisfacerlo a él para poder
mantenerlo a su lado… ¿por amor? Mi postura tal vez sea un tanto
extremista pero es agobiante la visión que la sociedad contemporánea ha
mantenido vigente sobre la mujer en entero condenada a la funcionalidad de un
artefacto sexual, donde se reduce el rol femenino al de un objeto, el cual
debiera mantenerse a la subordinación del hombre para satisfacerlo, detrás de
una historia aparentemente de “amor”, es cansado que Ana se sienta constantemente insegura ya que cree ser incapaz de satisfacer sexualmente a Grey.
Pensemos, tan solo imaginemos, a
todas esas mujeres que no han recibido una educación sexual adecuada y lean (ya
sea por convicción, recomendación etc) este “manual” ―considerado así, por algunos críticos y público en
general― sobre cómo debería ser una relación heterosexual “normal”. Anastasia
Steele se ha catalogado como una especie de “heroína”, porque a pesar de ser
tímida, insegura, inteligente y linda pero no lo suficiente como su mejor amiga
Kate para atraer hombres, tuvo la gran “F O R T U N A” de que el joven Grey se
fijara en ella.
Ideología, sociedad y
mercadotecnia han trabajado en conjunto para que el público siga consumiendo
con voracidad estos productos que son reflejo y resultado de la cultura en la
que estamos inmersos en pleno siglo XXI. Aquí radica el poder del lector, por
supuesto que no todas tendrán mi misma lectura y pensarán que Anastasia es
reducida a un rol sexual marginado, pero esta es la recepción que tuve de ella.
Y a propósito de esto, leyendo como estudiante de literatura, como mujer joven,
incluso como simple lectora, no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo por las
razones expuestas anteriormente y vaya que es difícil tratarlas en
conversaciones cotidianas con fans de la trilogía. ¿Qué puedo hacer yo, una simple mortal estudiante de literatura para
lidiar con estas situaciones y no morir en el intento? Para hacerles entender a
los lectores, que ellos tienen el poder, de que efectivamente pueden leer lo que
más les guste, pero también que merecen un contenido mucho mejor del que se les
ha ofrecido durante los últimos años y que por ejemplo, si están interesadas en
la literatura erótica por ahí tienen a grandes como JUAN GARCÍA PONCE, CAROLINA
LUNA, CRISTINA PERI ROSSI, MAYRA SANTOS FEBRES y una lista interminable de
escritores increíbles que nadie conoce. Mis expectativas distan del discurso
dirigido específicamente al público femenino que ofrece la trama de la obra y
espero este post haya servido un poco para reflexionar sobre nuestra no querida
Anastasia. Y por supuesto, ya estoy esperando con ansias el estreno de la película... en cuevana.
